Foto: Tejiendo Fuentes.
Foto: Albert Romero.
En el año de 1622 Fuentes Brotantes era punto de reunión de nobles, aristócratas de la Nueva España porque realizaban la cacería del venado (aunque usted no lo crea, había venados en Tlalpan).
Pedro de Leyva hijo de Virrey Juan Francisco de Leyva acudía a Fuentes Brotantes con sus guardias personales para cazarlos. En una ocasión trató de cazar uno pero éste se escapó brincando un arroyo internándose en el frondoso bosque, Don Pedro lo persiguió, pero cuando llegaron al arroyo su séquito se paró, porque decían que cruzando ese riachuelo era una zona maldita.
Don Pedro siguió su camino, ya que él no era supersticioso y cruzó el arroyo, llegó a una zona donde su caballo ya no podía andar, así que se bajo siguiendo el rastro de sangre, ya que el venado se encontraba herido.
Llegó a un manantial donde bebió agua, después tiró una piedra, pero miró el agua y vio una imagen de una mujer que lo dejó hipnotizado, embelesado durante muchas horas se le quedó viendo y no se movió de ahí. Regreso a su palacio pero ya no era el de antes estaba como hipnotizado, no durmió, no hablo.
Su padre el Virrey le preguntó que había pasado en ese arroyo, pero no le contestó. Solo se sentaba en una silla viendo al horizonte, cuando todos dormían se acercaba a la fuente del palacio y se le quedaba viendo al fondo del agua. Una noche, se le acercó una cocinera y le dijo “Jovencito lo que busca ahí, no lo va encontrar”
La cocinera se decía que era descendiente de brujos Totonacas y Don Pedro le contestó después de 6 meses de no hablar con nadie, ¿que eso que estoy buscado?, ella le contestó “Ah, usted está buscando a Rocio”.
Rocio era una bella dama que llegó de España con su padre y enamoró a más de un príncipe, pero con ninguno se caso y en los manantiales de Fuentes Brotantes se amarró unas piedras en los tobillos y se tiró hasta el fondo del agua, nunca más salió.
Don Pedro al otro día muy temprano regreso al arroyo, donde nuevamente aventó una piedra, quedando hipnotizado. Después de muchas horas, tomo todo lo que traía en su caballo se lo amarro a los tobillos y se lanzó hasta el fondo, nunca regresó.
Así que ya sabes si vas a Fuentes Brotantes y te atreves a lanzar una piedra a la mejor podrás ver a a la hermosa Rocio.