Manuel Gómez Ibarra, de 72 años de edad, vivió momentos de angustia y desesperación cuando desapareció en el Valle del Tezontle, en la zona del Ajusco, en la alcaldía Tlalpan de la Ciudad de México. Salió de su hogar en su camioneta y, lamentablemente, su rastro se perdió en las montañas cuando se fue en su motocicleta.
Su hija, preocupada y con el corazón en la mano, inició una búsqueda incansable para encontrar a su padre. Sin embargo, todo lo que encontró fue la camioneta y el remolque abandonados. Con la esperanza de recibir ayuda, acudió a la Fiscalía de Desaparecidos, solo para recibir una respuesta desalentadora: no podían hacer mucho más que enviar al Equipo de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM).
Dos días después de su desaparición, la búsqueda de Manuel se suspendió, sumiendo a su familia en una profunda tristeza y preocupación. Sin embargo, la historia tuvo un giro inesperado y, aunque aterrador, lleno de esperanza. Manuel fue localizado con una fractura y deshidratado en el Ajusco por un grupo de motociclistas solidarios que se encontraban explorando la zona.
El señor Gómez Ibarra había estado perdido durante dos días en el frondoso bosque de Tlalpan. Su supervivencia en condiciones adversas es testimonio de su fortaleza y determinación. Inmediatamente, fue trasladado en helicóptero al hospital de traumatología del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde recibirá la atención médica necesaria para su pronta recuperación.
Este incidente pone de relieve la importancia de contar con una respuesta rápida y efectiva en casos de desaparición. La angustia que vivió la familia de Manuel durante esos días de incertidumbre es compartida por muchas personas en situaciones similares. La búsqueda y rescate de personas extraviadas deben ser una prioridad para las autoridades, quienes deben proporcionar recursos y apoyo adecuados para garantizar la pronta localización y seguridad de los desaparecidos.